Con el devenir de los años hemos constatado que el precio de los alimentos (muchos de ellos llamados commodities) ha aumentado como resultado de múltiples factores coyunturales detallados en nuestro más reciente artículo titulado “Densidad Poblacional 2050: ¿Multiplicando Panes y Peces?”.
El caso peruano no dista mucho de lo esbozado en el párrafo introductorio. Si bien el boom gastronómico nacional ha gatillado el surgimiento de nuevos e innovadores emprendimientos culinarios (fruto de una revaloración de identidad y consiguiente respuesta de ansiosos y exigentes comensales) debemos admitir con la misma certeza que en los centros de abasto, el valor-bolsillo de diversos productos como el ají, la palta, la cebolla, el arroz, el azúcar, el maíz, el aceite y el pollo (por mencionar a los más relevantes) ha aumentado, sin lugar a discusión. Sin embargo, creemos que existe un lado positivo a rescatar: este incremento ha permitido que algunos otros commodities se hayan revalorado en el mercado, sobre todo aquellos de corte gourmet.
Es innegable que el origen orgánico –dotado de esa fama rústica, cultural y ceremoniosa- es fuertemente apreciado por mercados exigentes y de alto poder adquisitivo. Hablamos pues de insumos que gozan de la ventaja del valor agregado: el cacao, el café y el tabaco negro; tres productos que tienen dos cosas en común: se cultivan en climas similares (Amazonía) y comparten ese distintivo orgánico. Empero, hay otro cultivo que compite deslealmente con ellos, mucho más rentable y atractivo a los ojos de cualquier agricultor, pero manchado de rentable ilegalidad. Nos referimos a la milenaria e injustamente difamada coca.
A fines de enero del presente año decidimos embarcarnos en un ambicioso proyecto y partimos con dirección a la Región San Martín, destino final, la ciudad de Tarapoto. Allí nos contactamos con los productores de café de la cooperativa “Oro Verde”; con los artistas del magnífico cacao de la isla Shilcayo y con los perseverantes abastecedores del buen tabaco de la “Tabacalera del Oriente”. Nos trazamos –además- la tarea de demostrar que la gastronomía tiene un impacto más allá de lo comercial y de lo fashion.
Ciertamente los consumidores peruanos han reaccionado a los estímulos mediáticos del buen comer. Ello ha propiciado que muchos gastro-emprendedores demanden insumos de mayor calidad al igual que varios compradores foráneos -ya enterados de nuestro capital verde- hagan lo mismo. Esto ha impulsado el cultivo y la exportación de productos selectos como los ya mencionados. Pero, ¿qué tiene de especial esta propuesta? Simple. Constatamos que la coca está siendo reemplazada por actividades agrícolas legales (ahora bien, debemos ser honestos y evadir triunfalismos excesivos. Falta muchísimo por hacer, pero al menos hay una leve tendencia y esta deberá ser reforzada).
“Reporviajes 2011” pretende ofrecer un análisis estructurado en tres entregas (un artículo por cada producto) en las cuales se ilustrarán tanto la calidad y la evolución en la historia de estos cultivos y su impacto como reemplazos de narco-hectáreas. Tarapoto ha sido nuestro primer destino. Tenemos más en mente.
En el Perú debemos creer en que una cultura alternativa es viable, que cultivar progreso sí es factible.
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