jueves, 18 de julio de 2013

Experiencia Inkaterra: Excelencia Turística comprometida con la Naturaleza y el Patrimonio Cultural del Perú



Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

En 1975, José Koechlin, peruano apasionado por la naturaleza, culmina la construcción de “Cusco Amazónico” un lodge turístico enclavado en plena selva de Tambopata, región de Madre de Dios, ubicada al sureste del Perú. Sin embargo, no se trata de otro establecimiento hotelero más. Koechlin buscaba desarrollar un concepto de turismo responsable que combine emprendimiento con investigación, preservación y promoción de la cultura, naturaleza y biodiversidad peruana. Casi cuatro décadas después, el hoy rebautizado albergue “Inkaterra Reserva Amazónica” (perteneciente a la prestigiosa cadena Inkaterra) se mantiene como ícono mundial de turismo de excelencia hotelera y sostenibilidad ambiental al ser la primera empresa peruana carbono neutro.  En la actualidad, el grupo Inkaterra[1] opera otros cuatro establecimientos de primer nivel y similar filosofía; éstos son Inkaterra Hacienda Concepción (también en Tambopata), Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel y Mapi Hotel (ambos ubicados en Aguas Calientes) e Inkaterra La Casona Cusco (situada en la ciudad del Cusco). Es inevitable asombrarse como la alta calidad y personalización en el servicio, complementados con una imponente infraestructura, pueden  ser parte de un genuino compromiso medioambiental y cultural. [2] Esta es, la  Experiencia Inkaterra…

Despierto de una breve siesta mientras el capitán anuncia nuestro pronto descenso a la ciudad de Puerto Maldonado. Desde mi ventana noto como albinas y regordetas nubes van cediendo terreno a una frondosa vegetación. Ya estamos en tierra. Tras el respectivo recojo de equipaje, diviso en los exteriores del aeropuerto a un sonriente joven portando un cartel con mi nombre. Atento y cordial se presenta como Andrés, responsable de acogida de huéspedes de Inkaterra Reserva Amazónica mientras caminamos hacia una van desde la cual una pareja de turistas me saludan con entusiasmo. Andrés  procede a detallar el itinerario para esta tarde de 22 de mayo el cual incluye la visita a un simpático jardín de mariposas, actividad previa al traslado en bote hacia nuestro destino final. Luego de degustar un zumo natural de carambola y deleitarnos con variopintos lepidópteros enrumbamos hacia el río para abordar nuestra embarcación.

Inkaterra Reserva Amazónica: privilegiada vitrina de verde vida

Tras 45 minutos de viaje surcando el río Madre de Dios finalmente nos aproximamos a un borde arcilloso para estacionarnos. Es reconfortante el sonido de la naturaleza: monos desafinados, rítmicos grillos, aves melodiosas y chasquidos de río; sinfonía acompañada por un abanico de fragancias florales, humedad y hojas caídas en roja arcilla. Una ruta de maderos en rodajas meticulosamente colocados nos lleva al comedor principal donde somos recibidos con otra frutal bebida y tibias toallas húmedas. Luego de recibir información sobre el hotel vamos a nuestras habitaciones a luz de lámparas de kerosene y de una curiosa luna blanca. Mi habitación -al igual que el resto- es una preciosa cabaña rectangular soportada por sólidos palos de madera y cubierta en lo alto por un techo de palmeras nutridamente entrelazadas. Al interior, un ventilador, dos camas con prístinas sábanas y bienvenidas mallas anti zancudos. Al lado derecho, un pulcro baño con un lavamanos dotado de naturales jabones, repelente y shampoo y una ducha. Desde la mesa de noche, una solitaria vela me recuerda que, a fin de reducir emisiones y ruidos, el grupo electrógeno se apagará cada día a las 6pm. La reserva busca minimizar su impacto ambiental con prácticas similares como la  selección de desechos,  tolerancia cero al consumo de tabaco in situ y manejo responsable del agua entre otras actividades.
Ya es jueves y un nuevo sol de oro emerge. Ya en el comedor, el desayuno consta de una amplia variedad de jugos surtidos, fruta picada, cereales, embutidos, quesos, infusiones, café panqueques, y omelettes. Después de recargar energías, el lodge nos ofrece servicios de excursiones guiadas, entre expediciones matinales y caminatas a cierre de tarde. Adicionalmente,  los amantes de la ornitología pueden visitar la magnífica estructura de puentes colgantes (ubicados a tan sólo 15 minutos del lodge) para poder deleitarse con hermosas aves, centenarios árboles y el marco visual de un vasto cielo azul. Horas más tarde, los grillos anuncian la llegada de la noche (y de la hora de cenar). Así como en el almuerzo, opciones de potajes nos son ofrecidas. Sobresalen, en cada preparación, la calidad de la presentación y el respeto por el auténtico sabor de cada producto. Finalizo mi estadía relajándome en el spa pues mañana voy a Machu Picchu.

Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel: pasión por el detalle

Luego de algo más de tres horas de viaje sobre rieles desde Ollantaytambo hacia Aguas Calientes, llegamos a destino minutos antes de las 7pm. En la estación me acoge Brenda, responsable de dar la bienvenida a los huéspedes. Ella me conduce hasta mi habitación y gentilmente me informa de los principales servicios del hotel. Me instalo en mi cómoda recámara de techo alto, amplia cama y hogareña chimenea. Me preparo para la cena dirigiéndome  al restaurante principal. Tomo asiento y un mozo me ofrece la carta. Casi al mismo tiempo Gustavo Borja, Chef Ejecutivo del hotel, me saluda y me acompaña en mesa. Tras una breve y mutua presentación le pregunto cómo llegó a Inkaterra. Me comenta que, luego de culminar sus estudios en Le Cordon Bleu en los EEUU y de trabajar varios años en reconocidas cadenas de hoteles de dicho país, es contactado por Inkaterra para asumir el reto de dirigir éste gran hotel. Gustavo define a su cocina como respetuosa de los sabores propios de cada producto oriundo de nuestro país sin dejar de lado la vanguardia ni la innovación. Así mismo, recalca que es muy exigente en materia de higiene (algo que efectivamente pude constatar). La carta resalta por la gama de entradas, tipos de carnes, guarniciones y postres (¡el Lomo Saltado fue sobresaliente!) mientras que el bar refresca y anima. Por otro lado el joven Chef acota que su equipo ha perfeccionado una gama de helados artesanales en casa, desde el clásico y noble chocolate, hasta un atrevido -pero sorprendente- eucalipto (recomendado equilibrio de cremosidad y fragancia). Me despido de este bello hotel y de su gente para dirigirme hacia la ciudad del Cusco donde me espera una linda casona colonial.

Inkaterra La Casona Cusco: privacidad, confort y buen gusto

La “Ciudad Imperial” me recibe al mediodía en la Plazoleta Nazarenas 167, lugar donde se encuentra el hotel Inkaterra La Casona Cusco. Enmarcado en piedra se halla un sobrio portón desde el cual Antonio me da la bienvenida. Ingreso e inmediatamente me encuentro con una preciosa casa colonial del siglo XVI. Llama mi atención la amplia colección de piezas de arte del Cusco colonial entre pinturas, esculturas de madera y muebles, todas ellas organizadas con recato y excelente gusto. Al centro del hotel, un patio cuadrado con un pequeño jardín. La construcción de dos pisos exhibe imponentes barandas de madera talladas  con maestría acompañadas por la belleza de geranios y antiquísimas bancas de madera. Al llegar a mi habitación resalto la sencillez y armonía de la decoración especialmente del baño con su honda tina. Mi anfitrión me comenta que se buscó preservar la identidad del lugar maximizando la comodidad y la privacidad del huésped. Y es que cada rincón de la casona ha sido sutil y exquisitamente decorado; y el servicio personalizado y muy eficiente. La casona simplemente deslumbra.

Esta ha sido una de las mejores experiencias que he tenido como viajero principalmente por el hecho de poder disfrutar de una infraestructura y de una impecable atención sabiendo que, tanto el patrimonio como el medio ambiente, son preservados. Finalmente el turista se lleva lo mejor del Perú cuidando precisamente lo mejor del Perú [3]: su diversidad natural y riquísimo patrimonio cultural. Sostenibilidad y excelencia turística resumidas en dos palabras: Experiencia Inkaterra.