viernes, 18 de mayo de 2012

Turismo etno-rural: la cultura, recurso y valor agregado


Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

Vivimos inmersos en un mundo caracterizado por una avasallante tecnología para poder comunicarnos pero sin duda, con cada vez conversamos menos; nos vestimos adoptando modas extranjeras instantáneamente y según los patrones de consumo; aprendemos el común e indispensable inglés y tenemos acceso a más comida masificada sin que la abundancia sea, necesariamente, sinónimo de calidad. Entonces surge la disyuntiva del si el hecho de adaptarnos a esta foránea vorágine colectiva implicaría la negación de nuestra propia cultura. En este planeta de identidades enrumbadas hacia ante una aparente e inevitable homogenización,  emerge la figura del turismo como una alternativa de reconexión sobre nuestras raíces. Y es que la actual tendencia apunta hacia una introspección y revalorización de nuestras esencias como naciones, de nuestros patrimonios e identidades. De esta manera nacen propuestas vinculadas a la temática etno-rural, es decir, un turismo que recoge las tradiciones,  la historia, la gastronomía y el enclave geográfico como elementos-marco para solventar una reflexión acerca de nuestros orígenes. Por ello, en la presente entrega abordaremos el caso del convenio recientemente firmado entre INACAP sede Osorno y la Oficina de Turismo de la Municipalidad de Río Negro que busca desarrollar y promover una ruta de sabores, saberes y colores de la cultura Mapuche Huilliche, de la historia colonial, de la época maderera y de la importancia de los bosques nativos del precioso sur de Chile.

Redescubriendo el “Camino Real”
Osorno amanece con una espesa niebla y típica aroma a leños. María Soledad, hace su puntual aparición en la puerta del magnífico hotel Sonesta. Cordialmente me saluda y mirando el cielo entusiasmada concluye que nos espera una jornada prometedora. Minutos más tarde, nos embarcamos en una camioneta en compañía de otros colegas del rubro turístico para iniciar la travesía. Tras surcar media hora por hermosos paisajes, dejamos pista y tomamos trocha firme. Mauricio, quien labora en la oficina de turismo local, nos cuenta que transitamos por sobre lo que alguna vez fue el denominado el famoso paso conocido como “Camino Real”, ruta trazada por los conquistadores españoles para facilitar y asegurar el transporte y envío de oro hacia España.

Desayuno Huilliche
Transcurrida una hora de ruta (con intermitentes descensos fotográficos), el hambre despierta. Felizmente llegamos a la casa de María Cristina Catrilef Carrasco[1] -descendiente de la comunidad mapuche chesugundún- quien nos invita a compartir un magnífico desayuno: jugosas tortillas de huevos azules (típicos de la zona); jugo puro de frambuesa; pan amasado en casa acompañado de  una mermelada de rosa mosqueta; generosas sopaipillas; dulce de murtilla y crocantes croquetas de cochayuyo. Mientras degustábamos estos manjares, Magaly Marileo Manquel (perteneciente a la Comunidad Indígena de Corrayén), nos relataba la historia y explicaba -con acucioso detalle- la cosmovisión de los pueblos originarios y de cómo las nuevas generaciones de jóvenes mapuches tienen el futuro reto y responsabilidad de aprender y aportar a su comunidad, pero especialmente, preservar sus tradiciones y legado.[2] Sin duda, después de una amena y nutrida conversación, plasmada de inolvidables sensaciones culinarias, nos despedimos para continuar nuestro camino.

De colonización y oro
Cruzando un añejo puente, nos detenemos en una zona descampada que asoma una frondosa vegetación. Una base semi-piramidal de piedra nos dice que estamos en las minas a tajo abierto de la época colonial española. Dichas minas nacieron a partir de la fundación de Osorno en 1558 y fueron explotadas en primera instancia durante 42 años para luego descansar por otros 200 a raíz de la toma de la ciudad de Osorno por los indígenas. Hasta  1773  los españoles, con ayuda de los padres franciscanos, convencieron a los nativos que ellos solo buscaban administrar sus tierras para extraer el tan preciado metal (el cual sirvió para impulsar la economía de la provincia y permitir la creación de la comuna de Río Negro). No se sabe exactamente hasta que año se extrajo el oro, pero por conocimiento de los lugareños, se dice que en 1933 volvieron a explotar la mina, pero con muy poco oro por extraer. Actualmente se pueden encontrar restos de los piques los cuales nos permiten imaginar como en aquella época -sin la tecnología de hoy- nuestros antepasados logaron extraer  el dorado material de las famosas “Minas de Ponzuelo”.

Alerce: verdor secular
Ya en el sector del Río Huellelhue (especial para practicar kayak y pesca deportiva) sobresalen antiguas casas que sobrepasan el siglo de antigüedad. También figura la cordillera de la costa, la cual alberga especies únicas endémicas del territorio. Empero, la estrella del bosque, el Alerce (segunda especie más longeva del mundo), se destaca por su singular forma. Nuestro guía acota que los “pequeños” alerces de un metro tienen probablemente ¡más de ocho décadas! Este sector históricamente fue importante por la producción de madera (basas para construcción de casas y puentes, tejuelas de alerce para el techo de casas y mas actualmente postes de luz y teléfono). Desde los tiempos antes de la colonización, fue habitado por el pueblo Mapuche Huilliche. Post-colonia, el territorio fue traspasado –corruptamente- a manos privada (empresas alerceras) las cuales ofrecían tan malas condiciones de vida a sus trabajadores, que los Mapuches de la zona se les unieron con los trabajadores para expulsarlos. Recién en 2005, recuperaron sus tierras.
Luego de respirar fresco aire, retomamos la travesía hacia una comunidad de mujeres tejedoras.

Tejiendo lana, tradiciones y naturaleza
A eso de las 14:30 horas llegamos a un taller de tejedoras locales. Todas ellas, de manera muy gentil, nos reciben para mostrarnos su arte. De manera breve pero didáctica, representan cada una de las etapas de la fabricación de lana, desde el lavado y secado de la lana esquilada; afinado y ovillado; continuando con la tintura natural a base de hojas y cortezas hervidas, para cerrar con el tejido. Constatamos su técnica y nos deleitarnos con su arte. Genuina cultura con valor agregado. Tras despedirnos, nos encaminamos en nuestro tour para sellarlo con un reconfortante almuerzo.

Mesa, alimento e identidad
Elizabeth Sandoval, casada con Hernán Melillanca, nos recibe en su casa de madera la cual -según la dueña de casa- registra algo más de cien inviernos. Nos invita a pasar a su casa. Una vez dentro, nos saluda Paula Álvarez Nempu, también perteneciente a la comunidad indígena de Choyun Mapu. Mientras Paula freía unas apetitosas empanadas de cochayuyo, Elizabeth nos refresca con una bebida a base de huevos de corral para posteriormente invitarnos a la mesa. Con mucho hambre y entusiasmo vemos desfilar ante nosotros empanaditas, pebre, ensalada chilena, chicha de manzana, un guiso de res cocido a leña con guarnición de porotos, choclo y habas para terminar saboreando unos dulces membrillos con murtillas al jugo. Cocina tradicional de sublimes sabores.

Finalmente, el turismo y la cocina no son más que formas de ejecución de nuestros patrimonios intangibles como la identidad y la cultura. Nuestro reto latinoamericano yace en agregarles valor incluyendo a las comunidades para multiplicar tan sobresalientes propuestas como esta. Atheln.



[1] Ubicada en el Sector de Cheuquemo Bajo, localidad vecina a Riachuelo.
[2] El desarrollo de este concepto turístico está definido dentro del Programa PDTI (Programa de Desarrollo Territorial Indígena) liderado por el INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) y operado por la Municipalidad de Rio Negro de la Región de Los Lagos, sur de Chile (información dispensada por Mauricio Norambuena Pérez)