jueves, 22 de diciembre de 2011

Yachachiqs: Sembrando Saber




Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

 El Perú es un país que goza de un rico legado agrícola proveniente de las culturas pre-incas e Inca respectivamente. La rotación de tierras, el calendario solar, la precisión y perfección en el manejo del agua, la construcción de andenes, así como la domesticación del tubérculo más consumido del mundo –la papa- son algunos de sus mejores ejemplos. Si ello sumamos que la agroexportación es actualmente la segunda fuente de divisas para nuestro país, caemos en cuenta que, si bien como balance la agricultura a nivel industrial ha demostrado ser positiva como motor y soporte económico (claro está, con los defectos, limitaciones y efectos colaterales que todo sector posee) es cada vez más frecuente constatar que la pequeña producción campesina es la que realmente puede ser base para la creación de mercados internos más participativos e integrados representadas por familias y cooperativas agrarias agrupadas y tecnificadas que emerjan como unidades microemprendedoras autosuficientes. Es aquí donde los “Yachachiqs” hacen su aparición.

La palabra “Yachay” en quechua significa “saber o conocimiento” y “chik” se entiende por la acción de “el que sabe y hace que otro aprenda”[1]. Sin embargo, la dimensión de este concepto resulta ser más compleja de lo que parece por cuanto implica que el denominado yachachiq no solo comparta un abanico de técnicas agrícolas con campesinos (en su mayoría quechua-hablantes) sino que además los guíe y se convierta en su referente, asistiéndoles, instruyéndoles y asegurándose que los aprendices dominen la variedad de conocimientos por medio de evaluaciones basadas en resultados concretos. Ciertamente se busca un “efecto cascada”.
Pero ¿cómo nació este concepto?“(…) EI “Instituto para la Innovación Agraria” (IAA) todavía en sus inicios, por los años 80, organizó varios URU CAMACHIQ RAYMI que se desarrollaron en las comunidades campesinas de Canas (…).Luego el IAA organizó el PACHAMAMA RAYMI, es decir fiesta de la madre tierra y organizó yachachiq agrícolas, pecuarios, de medio ambiente y de organización. (…) Al año siguiente las comunidades cuando encontraban yachachiq de buen rendimiento, los ratificaban y cuando habían algunas fallas los cambiaban (…)[2]
El objetivo era crear una base de yachachiqs quienes durante un año pasaran por una meticulosa capacitación en la cual pudieran aplicar y replicar su aprendizaje en terreno, es decir, en directo contacto con campesinos de las zonas rurales. Inicialmente, la primera generación de este proyecto generó 25 yachachiqs. “(…) Por ejemplo para conocer el proyecto de fitotoldos visitaron Almería, un proyecto de la fundación que lleva el nombre de Almería de España y que trabaja en la especialidad de cultivos en fitotoldos en Anta. Luego fueron a IDER en Anta que son expertos en animales menores. Esta experiencia tiene sus raíces en la cultura andina, la recogió el “Proyecto de Desarrollo Rural en Microrregiones” (PRODERM) un programa de la cooperación holandesa que se instaló en el Cusco para ver cómo se orientaban las nuevas unidades productivas constituidas después de la Reforma Agraria cuando la tierra pasó a las comunidades campesinas (…)[3] Los yachachiqs son en la actualidad elementos fundamentales para el programa llamado “Sierra Productiva”.[4]
De igual modo se invitó a otros poseedores de conocimientos como los “Camachiqs”[5] quienes iniciaron un festival denominado “Uru Camachiq Raymi” (celebración o fiesta en virtud del manejo del agua, elemento indispensable para la agricultura) Con ello, se consiguió que los camachiq capaciten a varios agricultores andinos. Lamentablemente –ya años más tarde-  el PRODERM desapareció, sin embargo sus conocimientos pudieron ser rescatados por diversas entidades, entre ellas el IAA.
Cabe destacar que la tarea no fue fácil debido a que la principal dificultad no solamente radicaba en los limitados recursos del nuestro sector público (o de las cifras que disponen sus autoridades) sino que también había una alta expectativa por parte del campesino rural. Empero, por medio del apoyo de entidades y organismos de cooperación internacional, el proyecto pudo continuar. Es preciso mencionar además que, la variable geográfica en paralelo a una dispersión poblacional rural típica de las pequeñas comunidades peruanas de la Sierra, limitaban el espectro del proyecto en razón de la dificultad para acceder a los múltiples caseríos diseminados en zonas de hasta 4,500 msnm y más. Probablemente el gran desafío de la agricultura en el Perú no solamente está ligada a una carencia de recursos, sino que además responde a la progresiva fragmentación que la cultura andina sufrió (y con ello sus conocimientos ancestrales) debido a crudas y prolongadas coyunturas económicas, políticas y sociales que sufrió el país, mismas que repercutieron en las comunidades más alejadas, precisamente donde el Estado aún se encuentra ausente.

Iniciativas como estas demuestran que la educación es elemento clave para nuestro desarrollo. De esta experiencia se desprenden las siguientes conclusiones:

a) Que la agricultura rural en el Perú si puede ser rentable y sostenible si es que se logran articular y vincular a los campesinos en cadenas “glocales”[6] de valor que puedan generar cambios en su calidad de vida a través de una adecuada capacitación y seguimiento.
b) Que es factible consolidar un agro autosuficiente que prescinda de intermediarios.
c) Que una producción agrícola de calidad puede impactar positivamente en la calidad nutricional de la población rural andina.
d) Que al “empoderar” al campesino se obtienen resultados de integración entre estos, expresado en la creación de cooperativas agrarias que les otorgan mayor poder de negociación.
e) Que una adecuada descentralización agrícola puede permitir la participación de una otrora clase agrícola migrante en un sector de impulso económico. Claramente el factor migratorio de los años 80 -por efectos del accionar terrorista- trajo como consecuencia un despoblamiento de los campos.
f) Que el campesino se siente revalidado como persona dado que se expresa abiertamente la necesidad de un mercado que está enfocado en nichos de productos orgánicos para la exportación. Decididamente en las diversas ediciones de la feria “Mistura” fueron escenario mediático de reconocimiento de los mejores agricultores. Con ello, poco a poco se reivindica a un sector social muy abandonado el cual actualmente está lentamente insertándose en una actividad agroexportadora de alto valor agregado.

Finalmente, las diversas técnicas y productos fruto del conocimiento agrícola andino han sido recopiladas por la antropóloga Moraima Montibeller Ardiles en su libro “Los Alimentos en el Mundo Andino”[7] en donde se detallan las distintas prácticas ancestrales de autosuficiencia socioeconómica aplicadas antes y durante el incanato. Sembrando saber.


[5](…) Los camachiq es un término distinto a los yachachiq (…) Yachachiq es un profesor y el amauta es un sabio, camachiq es una categoría intermedia, especializada. Los camachiq son los mejores regadores, son especialistas del riego por gravedad, es una técnica de riego por melgas. Tienen el arte de conducir el agua, de modo tal que en el menor tiempo posible el agua abarque por surcos toda una parcela y los expertos en esto son arequipeños, de la zona del valle del Colca y la parte baja de Arequipa (…)” Fuente: http://www.sierraproductiva.org/yachachiq/Home/Yachachiqs
[6] En referencia a la fusión de las palabras “Global” y “Local”.

http://www.chefandhotel.cl/images/Revista54.pdf







lunes, 28 de noviembre de 2011

Gastronomía y Educación: el caso Peruano



Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

El Perú es reconocido por su rico legado histórico y cultural. De hecho, el turismo representa nuestra tercera fuente de divisas. Dentro de esta actividad también se está abriendo camino un nicho de “rico” legado culinario. Y es que en la actualidad -según datos de agencias de viajes y encuestas realizadas por instituciones públicas relacionadas al turismo- se  ha constatado que nuestro país se está convirtiendo en un atractivo polo para el desarrollo del turismo gastronómico sustentado por el 95% de turistas que afirmaron haber estado satisfechos con la calidad de la comida nacional y un 15% que sostuvo que la gastronomía peruana fue una de las razones que los motivo viajar al Perú.(1) Recordemos que los turistas gastronómicos buscan continuamente propuestas suculentas e innovadoras. He aquí una gran oportunidad de mercado interno/externo.

I.                    Un sabroso capital cognitivo que justifica una necesaria profesionalización
Decididamente la gastronomía peruana posee una marcada identidad reflejada en su biodiversidad, climas, tradiciones y crisol de razas. Estos elementos han permitido la construcción de una suerte de “personalidad culinaria nacional”. Si nos centramos en el sector de restaurantes y/o en establecimientos de expendio de alimentos y bebidas, podremos concluir que el actual crecimiento del “boom gastronómico” decididamente requerirá cada vez más de mano de obra calificada, competente y proactiva. Bajo este punto de vista, el caso gastronómico peruano aún evidencia  serias carencias integrales en materia de servicio, manipulación de alimentos y/o de administración y gestión de restaurantes. Justamente, toda la riqueza y sapiencia gastronómica amerita un esfuerzo consensuado por educar a las nóveles generaciones para que éstas -en un futuro- puedan reemplazar a aquellas empíricas.
Un activo renovable como es la gastronomía peruana, dotada de genuina riqueza y proyección, sin duda demandará una comprometida inversión de tiempo y recursos por parte del sector estatal y empresarial con miras a una equitativa descentralización educativa que pueda afiatar a tan importante sector. En otras palabras, sobran argumentos para que la actividad gastronómica en el Perú obtenga el rango y reconocimiento de profesión para merecidamente consolidarse como toda una carrera universitaria integral al mismo nivel de aquellas tradicionales.

II.                  La educación gastronómica en el Perú y el actual “menú” académico
Al crecer los negocios, crecen las necesidades y por ende, aumenta la lógica demanda por una mayor y mejor mano de obra calificada como lo mencionamos anteriormente. Inicialmente esta situación motivó la pronta proliferación de centros educativos ofreciendo las carreras de arte culinario, cocina, bar, panadería, pastelería, administración de restaurantes y afines. Cabe subrayar que en marzo del año pasado se habían registraron 83 centros de enseñanza gastronómica en todo el país de los cuales 50 de ellos están ubicados en Lima (concentrando 5 universidades y 18 institutos superiores)(2) totalizando 50,000 estudiantes repartidos en las especialidades previamente detalladas. No obstante, es necesario precisar que en materia educativa, es el sector privado quien ampliamente domina la educación gastronómica nacional ya que el Estado peruano está prácticamente ausente. Por otra parte es justo señalar que existen centros de enseñanza masivos que ofrecen pensiones muy bajas (pero atractivas) que no necesariamente garantizan una adecuada calidad de enseñanza. Queremos creer que será la competencia o selección natural la cual finalmente privilegiará a aquellos profesionales con óptimas competencias.  

III.                El nuevo perfil del cocinero/administrador y los retos del Siglo XXI
Una adecuada educación nos permitirá  dejar de ser un país “en desarrollo” para apostar en convertirnos en una nación “desarrollada”. En vista de ello, y, teniendo en cuenta lo importante del giro de alimentos y bebidas en el Perú, el perfil de los cocineros y/o administradores relacionados a este rubro deberá saber responder a las demandas y exigencias de un exigente y evolutivo mercado mundial. En vista de ello, presentamos cuatro características del perfil que a nuestro juicio deberá poseer el nuevo profesional gastronómico, más allá de su capacidad y conocimientos culinarios y/o administrativos. Se necesitarán:

·       Profesionales especialistas en temas de sanidad e higiene alimentaria
El caso peruano demanda con suma urgencia profesionales que dominen, apliquen y garanticen la inocuidad alimentaria de sus productos. Ello lógicamente mostrará a los clientes (especialmente al turista extranjero) que comer fuera de su país no debe implicar un riesgo, sino una oportunidad de placer.

·        Profesionales con conocimientos de nutrición
Cocinar no deberá únicamente privilegiar la buena apariencia e insuperable sabor. El profesional gastronómico que nuestro país demanda deberá ser capaz de integrar la nutrición como parte sustancial en la composición de su abanico culinario.

·       Profesionales con visión descentralizada e inclusiva
La diversidad de la gastronomía peruana se sustenta en la multiplicidad de etnias, regiones y climas. En tal sentido, el futuro profesional de la gastronomía peruana deberá ser capaz de insertarse e interactuar en distintos (y distantes) entornos geográficos y socio culturales, especialmente si queremos desarrollar una gastronomía rural que sea inclusiva y que brinde oportunidades laborales para todos.

·       Profesionales que salvaguarden la sostenibilidad
Un restaurante o establecimiento de expendio de alimentos y bebidas deberá ser contemplado como una unidad de negocio responsable que genere riqueza respetando tanto los recursos naturales como el entorno en el cual deba operar. Es por ello que deberemos inculcar a los nuevos profesionales una cultura y conciencia pro-sostenibilidad para que sean ellos quienes se encarguen de preservar la biodiversidad y los ecosistemas de donde obtengan la preciada y deliciosa materia prima.

Finalmente, estamos convencidos que la educación en materia gastronómica en el Perú al rango de carrera universitaria está ampliamente justificado. Nuestra sociedad deberá optar por actividades renovables que permitan la participación de todos los sectores sociales y, bajo esa premisa, la gastronomía es quizá la más inclusiva y renovable de las industrias.


(1)   Fuente: Perfil del Turista Extranjero 2009, PromPerú. Lima, 2009.
(2) Fuente: Informe de Escuelas de Cocina Ordenadas Alfabéticamente, Sociedad Peruana de gastronomía (APEGA) Lima, 2010.

http://www.chefandhotel.cl/images/Revista53.pdf












jueves, 3 de noviembre de 2011

Mistura 2011: Comida. Unión. Futuro.



Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

Diez días de fiesta. Más de cuatrocientos mil visitantes satisfechos. Dos palabras: Mistura 2011. En su cuarta edición llevada a cabo nuevamente en el Parque de la Exposición, la feria gastronómica más grande de Latinoamérica fue un rotundo éxito. Mucho mejor organizada, con flujos de público ordenados, con una mayor descentralización reflejada en la presencia de agricultores y gastroemprendedores emergentes de todos los rincones del país, con variados y entretenidos eventos culturales, interesantes charlas y merecidos homenajes, más motivadores concursos así como la presencia de renombrados expositores nacionales y extranjeros. Todos ellos se dieron cita para aportar, compartir, difundir y disfrutar la magia de la comida.
Por otro lado, la capital peruana fue cede de la “Declaración de Lima”, documento en el cual nueve renombrados chefs mundiales plasmaron objetivos, deseos y esfuerzos comunes en un acta, con el propósito que la gastronomía no sea únicamente un vehículo de innovadores o tradicionales sabores para agradecidos paladares sino que además esta pueda convertirse en una herramienta de desarrollo económico sostenible, en un sector capaz de integrar a productores, profesionales y consumidores. En resumen, del 9 al 18 de septiembre el lema de la Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA) se hizo realidad: “Mistura 2011: todos reunidos”.

Comida, unión, futuro. Tres simples palabras que a nuestro parecer mejor conjugan la celebración del arte de la cocina, de la siembra, de la pesca, de la creatividad, del emprendimiento y del servicio que presenciamos en Mistura 2011. En tal sentido, queremos que la presente entrega permita resaltar los aspectos más importantes de este magno evento, esforzándonos en resumir (sin omitir) aquellos pequeños y grandes detalles que hoy en día posicionan a nuestro país como una plataforma de sabores ancestrales para el mundo entero. Podemos afirmar con orgullo y sin temor a equivocarnos que en el Perú de hoy en día la cocina es más que la expresión viva de una cultura, es un arte de ollas que define y reafirma nuestra identidad como nación.

Comida: organizando el sabor
Este año, la responsabilidad de organizar la cuarta feria gastronómica recayó en  Mitsuharu Tsumura, joven cocinero nikkei de 30 años de edad y persona de confianza de Gastón Acurio. Empero, al igual que él, hubo otras 750 personas, desde supervisores, administradores, coordinadores, cocineros hasta empresarios, policías, paramédicos y personal de limpieza quienes fueron pieza fundamental para el óptimo desarrollo de este encuentro.
Sin embargo, creemos que la mejor manera de describir la magnitud del abanico gastronómico ofertado es contándoles acerca de la distribución de los diversos conceptos de restaurantes y puestos de expendio de alimentos que participaron en esta sabrosa y atractiva gala culinaria.

Panes del Perú
Nuestro pan de cada día de la mano de maestros panaderos de todo el Perú. Harina, sal, yemas, levadura y demás ingredientes se sumaron al prodigioso saber y técnica de los expertos de la masa. Fermento y creatividad para un crocante gusto.

El Gran Mercado
La fruta: la reina de este año y por ello se buscó mostrar al público la gran variedad y calidad de los frutos oriundos del Perú. De igual manera, los asistentes pudieron conocer productos emblemáticos de cada uno de los departamentos de nuestro país como quesos de Cajamarca, yogures de Junín, cebollas de Arequipa, Camu-camu de Amazonas, papas nativas de Ayacucho, algarrobina de Piura, café de Puno, cacao de San Martín, entre otros sumando en total 174 stands compuestos por productores rurales y microempresarios gastronómicos de todo el país.

Tradiciones
A esta sección acudieron todos los anticucheros, cebicheros, sangucheros y dulceros  desplegando populares potajes peruanos de gran acogida. ¡Simplemente infaltables!

Cafés y Chocolates
Preciosa exposición de lo mejor de los cultivos gourmet que el Perú está ofreciendo al mundo. De distintas formas y sabrosas terminaciones, desde un buen café en taza, envasado al vacío o en rústico grano hasta el tostado y cremoso cacao peruano en barra, en delicados bombones rellenos o en sublime pileta a combinación de frutas.

Cocinas Rústicas
Zona de brasas, prensas, leños y piedras con los cuales sabrosas carnes daban vida a manjares como crujientes lechones, generosas pachamancas y tiernos corderos. Tan simple, tan delicioso.

Auditorio Tradiciones
Espacio donde se premió el talento de los mejores cocineros, artistas del pan y magos del postre así como de otras preparaciones las cuales fueron objeto de evaluación por un jurado compuesto por cocineros y gastroemprendedores de renombre quienes degustaron, reconocieron y recompensaron la creatividad y la armonía de sabores de participantes sibaritas, cocineros amateurs y aprendices.

Pabellón del Pisco
Los productores tradicionales y selectas casas pisqueras pudieron para presentar sus destilados más  frutosos como los alegres acholados, los finos mostos verdes y los delicados quebrantas.

Huariques de siempre
Los más famosos rincones gastronómicos, esos escondidos y recónditos establecimientos populares de licores y bebidas, piqueos, sànguches y comida casera fueron abrumadoramente visitados.

Salón de la Creatividad
Área destinada a la difusión de ideas, conocimientos y experiencias mediante magistrales charlas presentadas por figuras internacionales como Albert Adrià, Enrique Olvera, Kike Dacosta, Sumito Esteves así como los nacionales Virgilio Martínez, Rafael Osterling, Toshiro Konishi, Rafael Piqueras entre otros destacados cocineros peruanos.

Antojitos
Atrevidos helados de ají y Chicha Morada de “Anelare”, coloridos jugos de pulpa de fruta de “La Gran Fruta” o sustanciosos embutidos de “Zimmerman” son solo ejemplos de los exquisitos antojos al paso.

El Auditorio Estelar
Música, premiaciones, danzas, condecoraciones, competencias y animaciones para matizar extensas e inolvidables jornadas del buen comer.

Cocinas Regionales
El poder de la biodiversidad, el aroma del terruño, la riqueza de la historia y la potencia de la cultura de cada región del país, maravillaron con sus más selectas preparaciones, destacando Lambayeque, San Martín y Arequipa respectivamente.

El Gran Bazar
Fueron 172 distinguidas marcas comerciales de alimentos, elementos, materiales, productos y servicios vinculados al mundo de la cocina, al mundo de la gastronomía. En la variedad está el gusto.
Restaurantes
El público pudo deleitarse con los platillos más solicitados de cada uno de los excelentes restaurantes como “Charlotte” y su “Lasaña de Lomo Saltado”, “Edo” y su “Arroz con Chanchito Nikkei Agridulce”, “Las Brujas de Cachiche” y los impresionantes pisco sours clásicos, de uva borgoña o maracuyá. ¡Nos faltarían líneas para describir las otras 29 maravillosas propuestas!

Restaurantes de Lujo
Solo para aquellos que buscaban el toque de clase, sabor y distinción de locales como el galardonado “Astrid & Gastón”, el galo “Hervé”, “La Gloria” y “Central” por nombrar algunos.

Unión: la reunión de los G9
Si en algo se diferenció este evento en relación a aquel de 2010 fue en lo trascendental que resultó la asistencia de los denominados “G9”, un grupo de chefs[1] quienes, amalgamando talento, pasión y compromiso por la cocina, deciden unirse para definir una suerte de “hoja de ruta” de lo que debiera ser el nuevo rol del cocinero en nuestros días. Es precisamente la “Fundación Basque Culinary Center” la responsable de su organización. De igual manera, creemos sustancial subrayar el hecho que todos estos “voluntarios de la culinaria” representan a distintas latitudes, climas y culturas con lo cual, se selló y legitimó la propuesta presentada entre el 9 y el 11 de septiembre del año en curso. A continuación, pasamos a presentarlos[1].

Alex Atala
En su natal Brasil, dirige dos grandes restaurantes como el “D.O.M” y “Dalva & Vito”. De espíritu explorador, busca revalorizar lo autóctono de su país, resaltando los productos oriundos dándoles un toque culinario que permita maximizar la calidad y el sabor. Sencillo y espontáneo, indicó además que su intención de venir a Mistura 2011 fue “para aprender más”. Sin duda, un gran profesional.

Massimo Bottura
Simpático e hiperactivo italiano cuya vitalidad le ha permitido hacerse acreedor a 2 estrellas de la afamada Guide Michelin en su “Osteria Francesacana”. En su charla magistral, dejó entrever que la ciencia y la cocina pueden ir de la mano por lo que ser un “deconstructivista” no implica destruir la cocina sino “aprender otras formas de construirla”. Entre la ciencia y el terruño.

Rene Redzepi
Danés apasionado por su cocina de “reivindicación de sabores”. De hecho, en su afamado restaurante “Noma”, Redzepi desistió de cualquier reiteración de platos franceses y apostó por los insumos de origen Nordisk (nórdicos) para la elaboración de una Mad (comida) con genuina identidad escandinava. De esos dos conceptos surge el nombre de su marca (No-ma)

Michel Bras
Recatado y magro chef francés. Probablemente uno de los más revolucionarios de la cocina moderna quién dedicó sus esfuerzos para dominar técnicas, texturas y gustos y dar nacimiento al local de 3 estrellas Michelin que lleva su nombre. Minimalismo y pureza al plato.

Ferrán Adrià
Desbordó una potencia y energía impresionantes durante su presentación la cual por momentos lindaba con una jocosa y vivaz locura. Adrià sorprendió al confesar que, detrás del mito en torno a su personaje, existía un ser humano ávido de aprendizaje, un cocinero que se sentía muy a gusto de poder apoyar a un país emergente pero con tradición como el Perú. Se puede definir a este chef como un innovador que nunca temió a las críticas y que a punta de arduo trabajo y sed de invención armó “El Bulli”, cosechó 3 estrellas Michelin y se coronó a la posteridad con su afamada y controversial cocina molecular. Entrañable y cautivador catalán.




Dan Barber
En Nueva York posee dos locales: el “Blue Hills” y el “Blue Hills at Stone Barns” en Manhattan y Pocatico Hills respectivamente, ambos ubicados en el estado de Nueva York. Barber es un fiero defensor de una cocina de “origen identificable y orgánica”,  un promotor de la culinaria sostenible por medio de una agricultura responsable en la que prime la calidad y no la masificación ni la ignorancia en temas de alimentación. Evidentemente, un chef “sostenible”

Yukio Hattori
Menudo personaje que se robó el show durante su intervención caracterizada por esa mezcla especial de sobriedad y recato oriental matizados con toques de inesperada picardía que fue ovacionada con entusiastas aplausos del público. Director de la escuela Hattori de Cocina y Nutrición, el doctor Hattori cultiva y difunde la necesidad y los beneficios de una sana y balanceada nutrición, que sea de justo acceso para todos y que permita reducir el hambre en el mundo. Nutriendo con sazón y razón.

Gastón Acurio
Imagen y cuña de la gastronomía peruana. Acurio no solamente acapara la atención por sus éxitos como gastroemprendedor sino que también recoge reconocimientos por la visión, el empuje y el mensaje que pregona en el cual sostiene que la cocina peruana puede ser un motor económico para el Perú destacando eso sí que aún falta mucho por hacer, especialmente en materia de preservación de la biodiversidad y respeto a las vedas (para evitar la sobre explotación de insumos) Como dueño de casa, el popular “Gastón” leyó el mensaje dirigido a los cocineros del mañana.

Futuro: una carta abierta y cifras alentadoras
Mistura 2011 no es (ni fue) solamente un esfuerzo conjunto por posicionar a la cocina peruana en el mundo sino que además fue cuna para la “Declaración de Lima”, documento en formato de carta abierta que fue elaborado por los G9 y del cual rescatamos un párrafo que estimamos  mejor resume el mensaje que se desea comunicar:

“(…) Consideramos que la cocina es algo más que la respuesta humana a la necesidad de alimentarse, es más que la búsqueda de felicidad. La cocina constituye una poderosa herramienta de transformación y puede cambiar la alimentación del mundo gracias al trabajo conjunto de los cocineros, productores y comensales (…)”

Creemos que la mejor manera de complementar lo anteriormente expuesto es respaldándolo con cifras, con datos en micro que permitan de forma sencilla, graficar el poder que la gastronomía podría tener a nivel macro.

Mistura en números[2]
·         En los 10 días de feria, 400 mil visitantes (18 mil niños) 
·         4,500 turistas que llegaron a Lima exclusivamente para este evento.
·         500,000 panes vendidos mientras que el 2010 se vendieron 250 mil panes. Cabe mencionar que se hornearon panes hasta 40 veces por día.
·         El área de dulces y carretillas vendió más de 230 mil porciones; las cocinas regionales más de 40 mil porciones; las cocinas clásicas más de 20 mil pociones; el cilindro de Javi , Makatong y La cilindrada de Pedrito vendieron más de 4,000 porciones diarias y la sección de cocinas rústicas vendió más de 95 mil porciones.
·         Cerca de 8,000 kg de frutas vendidas (naranjas, chirimoyas, paltas y pitajayas)
·         Los productores del Gran Mercado tuvieron ventas por más de 400 mil soles (alrededor de US$ 143,000)
·         La Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA) contó con 40 personas trabajando a horario corrido los 10 días de la feria.
·         Se contó con el apoyo de 200 personas de seguridad particular, 2 mil policías, 200 serenazgos, 3 ambulancias, 4 unidades bomberiles y 1 posta médica y cerca de 500 voluntarios en las diversas  zonas de la feria.
·         Se recolectó más de 163,000 kg de residuos sólidos entre plásticos, papel y cartón. Para ello se contó con aliados como: la Municipalidad de Lima, Federación Nacional de Recicladores del Perú (FENAREP), Asociación de Ayuda al Niño Quemado (Aniquem), Universidad Cayetano Heredia  y Universidad Católica) Lo recaudado por el reciclaje será en beneficio de Fenarep y Aniquem.
·         Para el 2012 se calcula la asistencia de más de un millón de personas y ventas proyectadas  que bordearían los S/. 38 millones de soles (aproximadamente US$ 13.5 millones de dólares)[3]

Ciertamente la alimentación humana es una necesidad y la gastronomía es precisamente la interrelación entre el ser nosotros, nuestro entorno y nuestro alimento. En consecuencia, para nosotros el Perú es un territorio bendecido por los 85 microclimas que tenemos, por sus tres regiones naturales, por ser el origen del río caudaloso más largo del mundo, por ser el segundo en extensión territorial de selva amazónica, por esa multiplicidad de etnias y razas al igual que por la rica historia que nos ha forjado como nación. En concreto, tenemos una bien acuñada identidad[4]. En consecuencia, Mistura 2011 ha sido una nueva catapulta para dar a conocer tanto la originalidad de nuestra cocina y productos así como para consolidar un movimiento social emprendedor y de talentosos profesionales cuya misión esencial es la de hacer que la gastronomía en el Perú (y en el mundo) pueda alimentar a todos los seres humanos con productos nutritivos de calidad, sin dañar el medio ambiente a través de prácticas agrícolas productivas responsables, una fuente de generación de trabajo para todos los involucrados en esta amplia cadena productiva. No obstante, también creemos que esta carta abierta buscó concientizar a los consumidores para que sus (nuestros) hábitos de consumo y modo de vida se liberen del individualismo consumista y se logre marcar la diferencia expresada en un menor impacto en nuestro ecosistema.
Finalmente, el próximo año, Mistura 2012 se aunará a los G9 (quienes se darán cita en Japón[5]) para suscribir y ratificar el compromiso para hacer de la cocina una actividad integral tanto en el plano económico como en lo político y social. Comida, unión, futuro.


A excepción del chef Heston Blumenthal quien no estuvo presente en la ceremonia realizada el 9 de septiembre en el auditorio de la feria.
[2] Fuente: Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA), 2011. http://www.apega.pe/el-boom-de-la-gastronomia-peruana.pdf
[3] Las ventas de tickets en el 2011 llegaron a los S/. 12,3 millones (US$ 4.35 millones). El consumo promedio fue de S/. 35 nuevos soles por persona (US$ 12.5) Fuente: Diario El Comercio. Lima, lunes 3 de octubre de 2011.
[4] “(…) Durante su discurso en la Asamblea General de la ONU, el presidente Ollanta Humala mencionó a nuestra cocina. El mandatario expresó, como lo hizo en el pasado discurso de Fiestas Patrias, que el Perú vive un boom gastronómico y que es precisamente la cocina un elemento de inclusión social (…) Finalmente, el presidente reiteró el pedido que el Perú ha realizado ante la Unesco para que la cocina peruana sea elevada a la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (… )” Fuente: Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA).
[5] Los G9 eligieron Japón para mostrar el apoyo y solidaridad al pueblo nipón por el terremoto que ocasionó cuantiosas muertes y destrozos. De hecho, parte de la recaudación de Mistura 2011 fue destinada al gobierno del sol naciente.










miércoles, 5 de octubre de 2011

Evolución Peruana, Revolución Culinaria: el Poder de la Comida

Por: Sandor G. Lukacs de Pereny

Se sabe que la actividad gastronómica requiere de la activa participación de agricultores, cocineros, pescadores, panaderos, transportistas, administradores de restaurantes, comerciantes –entre muchos otros- quienes son los que construyen toda una cadena interdependiente de productos y servicios. En el Perú, esta estructura dinámica está compuesta en su mayoría por pequeñas y/o medianas empresas familiares (PYMES) las cuales representan aproximadamente 96% de la industria nacional. Toda esta particular diversidad y potencial siempre han llamado mi atención.

Recientemente se estrenó el galardonado documental peruano titulado “Mistura: the Power of Food” (“Mistura: el Poder de la Comida”,  dirigido por Patricia Pérez) film en el cual se presenta la indudable evolución gastronómica del Perú gracias al actual boom, a esta revolución de nuestra cocina nacional.
Consideremos que en el año 2009 el sector restaurantero generó ingresos por US$ 4.10 billones de dólares (4.20% del PBI) sustentados por los 365,000 puestos de trabajo directos así como ingresos indirectos de producción y servicios cercanos a los US$ 13.17 billones de dólares (11.20% del PBI). Adicionalmente, en los últimos 2 años las franquicias peruanas crecieron en 30% de los cuales el 90% correspondían al sector de alimentos y bebidas mientras que el número de restaurantes pasó de 40,000 (2001) a 66,000 (2009)[1]. De igual modo, Mistura –hoy por hoy la feria gastronómica más importante de Latinoamérica-  ha evidenciado un incremento en el número de visitantes pasando de 30,000 (2008)[2] a un estimado de 300,000 para su edición 2011 es decir, un crecimiento de 1,000% sólo en 3 años. ¡Simplemente impresionante! Cabe señalar que para los próximos 5 años se calcula que el sector podría generar 265,000 puestos de trabajo; que 16 restaurantes se inaugurarían diariamente y que la industria gastronómica podría representar 15% del PBI.
Si bien es cierto, aún falta mucho por hacer empero, no cabe duda que la gastronomía nacional ha contribuido fuertemente a posibilitar ingresos, trabajo y oportunidades para muchos peruanos (demostrado su poder como herramienta económica de inclusión social) evidenciando un positivo cambio de mentalidad de un país que valora,  produce y exporta sabor y cultura. En tal sentido -y gracias a los acuerdos de libre comercio firmados con países como EEUU, Singapur, China y Canadá- podemos exportar no solo más y mejores insumos agrícolas  sino que además podremos crear productos con alto valor agregado bajo la forma de restaurantes y emprendimientos gastronómicos afines al rubro, para continuar internacionalizándolos en cadenas globales de valor.

No nos sorprendamos entonces que dentro de un par de décadas podamos estar a la par con industrias gastronómicas de alto reconocimiento como Italia con sus pizzas, México con sus tacos, Japón con sus sushis y Estados Unidos con sus hamburguesas. Entonces, ¿por qué no Perú y su ceviche? (¡y tantos otros muchos potajes!).
No obstante, considero que para ello se necesitará mayor inversión en educación, mejor infraestructura (carreteras, hospitales, puertos y aeropuertos) a través del impulso de alianzas público-privadas. Así mismo, un aparato estatal compuesto por técnicos calificados en materia de políticas públicas pro desarrollo con enfoque turístico (hotelería y gastronomía) así como mejoras fundamentales en el acceso y la calidad de los alimentos para nuestras poblaciones olvidadas (seguridad alimentaria). El reto del Perú es integrar a los sectores productivos rurales, descentralizándolos y fomentando su participación en cadenas productivas de alto valor agregado, tecnificadas y modernas. Los restaurantes pueden ser la cuña hacia la exportación de conceptos y recursos, de capacidades y talentos.  Tenemos una invaluable herencia cultural como gran activo. Allí radica el gran potencial de nuestra gastronomía, el precioso y genuino poder de la comida peruana.


[1] Fuente: Arellano Consultores para la Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA), 2009.
[2] Fuente: Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA), 2011.


http://www.usil.edu.pe/revistas/pageflip/boletin_carrera.html

lunes, 5 de septiembre de 2011

Los GastroemPERUendedores y el nuevo “sabor-hacer” de una economía en desarrollo


Por: Sandor G. Lukacs de Pereny




Desde muy pequeño siempre he tenido una particular y estrecha relación con la comida. Dicho contacto trasciende al llano y mecánico rito de la diaria ingesta de alimentos. Mi vínculo con la tierra, el mar, las ollas y sus derivados, me han permitido entender y dimensionar cuán arraigada está nuestra existencia e identidad -como nación- con lo amplio del concepto “gastronomía”. Y es que a través de cada una de mis memorias he sido capaz de constatar la dificultad, aprender del esfuerzo, admirar la creatividad, imitar la perseverancia y celebrar el actual crecimiento de una nueva y emergente clase económica peruana, la cual he decidido bautizar con el nombre de “Gastroemperuendedores”[1] pues son ellos quiénes -hoy por hoy- sostienen una actividad comercial muy importante para el Perú contemporáneo. Sin embargo, antes de efectuar una teórica descripción de lo que se teje en mi concepto, estimo pertinente graficarles mi propuesta compartiendo con ustedes mis más preciados recuerdos gastronómicos, desde la infancia hasta nuestros días, pues estos son y serán, sin lugar a dudas, mi mejor argumento.


“Barriga llena corazón contento”
Enero de 1989. Mi padre, mi madre, mi hermano y yo, una vez más (como cada año nuevo) nos embarcamos nuevamente en el rutinario pero entrañable viaje de fin de año escolar rumbo a la paradisíaca playa de Yacila, una caleta de pescadores artesanales escondida en el departamento de Piura, norte peruano. Nos bastaba el fiel Jeep Suzuki modelo 1989, algo de ropa, un par de tablas para hacer bodyboarding, nuestra canina Katty, los omnipresentes cigarrillos “Premier” de mi padre y un puñado de pegajosos caramelos “Sayón” sabor limón (siempre apilados en la incandescente guantera) todo ello en sintonía con un contagioso entusiasmo familiar.
Durante esos norteños trayectos surcábamos carreteras desgastadas que nos conducían por grandes ciudades y pintorescos poblados. Recuerdo que, en cada uno de ellos, nos deteníamos para deleitarnos con la cocina de los lugareños pues la imperturbable tradición paterna indicaba que era un sabroso ceviche en Casma el que abría la deliciosa agenda culinaria seguido por un nocturno chifa multicolor en Trujillo, finalizando el trajín en pernocte en el eterno hostal San Andrés para luego -ya al día siguiente- desayunar y proseguir con nuestra ruta.
Superado el km. 700 nos recibía siempre la creciente ciudad de Lambayeque con sus típicos dulces capitaneados por el King-Kong[2] para horas después, hallarnos hidratados con  el agua de coco de la alegre y calurosa ciudad de Sullana. Así como en el norte, en el sur también la pasábamos bien. Como no mencionar las ariscas y serpenteantes rutas de Atico y Marcona camino a la preciosa campiña de la blanca Arequipa, destino final en el cual nos atiborrábamos de crocante chicharrón de cerdo, de sustanciosos chupes de camarones o de contundentes adobos de Cerdo (¡con su digestiva copita de anís “Nájar”!). Y que decir de la selva. Mis abuelos paternos vivían en Satipo, pueblo localizado en la ceja de selva peruana. Para llegar allí debíamos afrontar una ruta de rudas carreteras plagadas de “cráteres” a trazo de calamina, escarbados por inclementes lluvias y amenizados por musicales truenos que propiciaban un ambiente poco cordial. Ya en aquel entonces nuestro flamante escarabajo 1,300 cc hacía las veces de esforzado todo-terreno (especialmente al cruzar ríos o sobrevivir a imprevisibles inundaciones). No obstante, todo esfuerzo valía la pena. Aquel padecer turístico era recompensado con un jugoso medio pollo a la brasa con papas fritas -estilo casero- ambos secundados por una acidulada ensalada de col a la mostaza. Dicho viaje me trae a la memoria a variopintas tiendas de abarrotes y expendedores de cecina[3] y a una colorida batería de vendedores de toronjas, naranjas y mandarinas. Ciertamente, una infancia deliciosa y feliz.

Bitácora.
Es inicio de primavera en la rosada ciudad de Toulouse, quinto mes de 2003. El río “La Garonne” me saluda mientras orgullosamente camino luego de haber aprobado -superando iniciales dificultades lingüísticas- mi último examen pro-obtención de mi grado de maestría en suelo galo. Decido celebrar mi académico logro con un reconfortante almuerzo eligiendo a uno de los tantos sobrios bistrós apilados frente a la Plaza del Capitolio.
Saboreando mi tinto Bordeaux rememoro similares experiencias vitivinícolas en Chile durante mi época estudiantil y casi inconscientemente evoco a imponentes empanadas caldùas, dulzones pasteles de choclo o nobles cazuelas (¡y ni hablar de los espectaculares camarones al pilpil!) De pronto, recojo vivencias de 1999 cual practicante hotelero en Rapa Nui, lugar donde probé en plena bahía aquellas turgentes machas a gajo de limón o aquella memorable cena grupal de pescado a la leña compartido con los Barúas.[4] Articulo más imágenes y aterrizo en La Paz, Bolivia: golosas salteñas, perfumada “Papaya Salvietti”  y volcánica LLajwa. Altiplánicos manjares.
Evidentemente, más que un aplicado alumno resulté también ser un curioso comensal.

Radio Nacional anuncia el clima para hoy: malas noticias; -12ºC y una fuerte tormenta se avecinan. Conduzco por esta llana y fría carretera de Tierra del Fuego venciendo lapsos de ocular fatiga con cada sorbo de café mientras que el gélido viento agita mi camioneta. Apenas logro divisar a torpes reces por esquivar cuando de repente –y como cada jueves- emerge esa misma casita rosada. Mi misión: abastecer a mis aguerridos cocineros con suficiente mercadería para 7 días a fin de alimentar a 350 trabajadores argentinos del gas y del petróleo quiénes jamás aceptarían un “error logístico” como excusa, pues aquí, en esta blanca soledad, la comida es su única y comprobada distracción. Caigo en cuenta que mi “laburo” funge de única garantía para sostener su hedónica necesidad. Entonces, el alimento, más que un terrenal recurso, es un pasaje hacia una humana y diaria satisfacción.

Ahmedabad, India, 8:30 pm.  Mi amigo y anfitrión, Alpesh Agrawal, me invita a comer a un sencillo restaurante ubicado en las afueras de este suburbio gujarati después de haber deambulado por más de 20 minutos entre hordas de motos Bajaj, avezados camioneros y quejumbrosos camellos. Al llegar al lugar, diviso una larga fila de obreros y agricultores locales, todos ellos –al igual que nosotros- esperando su ración de crujientes chapattis y vegetarianos masalas combinados con surtidas especias y cremoso yogurt por 30 rupias. A diestra y siniestra, otros cientos de puestos de comida aplacan tenaces hambres. Aquí no hay lujo, aquí no hay glamour, solo  austeros y creativos potajes para humildes y sacrificados indios quiénes cual pujante motor, impulsan -jornada tras jornada- a ésta dinámica economía. No en vano la India es “el” país de los emprendedores.
Esta experiencia de vida pulió mi visión acerca de un proyecto personal: “Santicucho”, un restaurante social ubicado en uno de los distritos más pobres de Lima, Villa María del Triunfo. Allí mensualmente, 2,500 clientes son atendidos con preparaciones higiénicas a bajo precio pues para mí, no en vano, el Perú es “el” país de los gastroemprendedores.
Unos cuántos pasos más y llegamos. A 4,300 msnm la montaña se roba el poco oxígeno que administro, pero ya finalmente arribamos a la comunidad campesina de Juprog -caserío incrustado en los Andes de la región Ancash- donde recogeremos las habituales 3 toneladas quincenales de papa nativa para abastecer la titánica producción de 8,000 raciones diarias del campamento de la compañía minera Antamina. Visitar a diversos proveedores locales me permitió entender lo compleja que es la cadena productiva gastronómica nacional y mis actividades de voluntariado contrastaron las diferencias de desarrollo existentes entre las áreas urbanas y las zonas rurales. En Juprog, la desnutrición, el desempleo y la pobre educación, minan cualquier tentativa de progreso. Quizás es aquí que nuestra gastronomía pueda convertirse en esa poderosa herramienta capaz de propiciar cambios positivos en las vidas de miles de compatriotas.

Sábado 22 de enero de 2011. El sol se asoma para recibir a las primeras gotas de una tímida lluvia al son de melodiosas aves y desafinados monos. Me levanto relajado en mi firme cabaña de madera para dar el encuentro al guía local (quien dará detalles de nuestro matutino recorrido). Luego de un raudo desayuno, nos embarcamos en su camioneta azul para atravesar enlodadas y fangosas vías que nos trasladan al caserío de Chazuta. Desde allí, subimos a un añejo bote blanco para deslizarnos apaciblemente sobre río Huallaga con dirección a la isla Shilcayo, lugar en el cual se produce probablemente una de las mejores variedades de cacao orgánico del mundo.
Conversando al sabor de unos plátanos asados con la familia Pineda logro integrar aspectos ligados a esa potente influencia que puede ejercer la gastronomía sobre el comportamiento productivo de rurales agricultores quienes en gran número canjearon hojas de coca por granos de cacao.  Registro cómo la historia, la cultura, la biodiversidad y el avance tecnológico pueden desencadenar dramáticos y positivos cambios sociales.

Gastroemprendedor vs. Gastroemperuendedor: el sabor, el saber y el hacer.
Las vivencias y percepciones detalladas líneas arriba buscan graficar el impacto de todo lo que he logrado aprender y asimilar como profesional del rubro turístico.
Un país como el Perú, en el cual cerca del 96% de la producción nacional está compuesta por negocios medianos y/o pequeños (conocidos como PYMES)[5] es decir, emprendimientos familiares que en gran parte se dedican a la producción, comercialización y transformación de alimentos[6]. En tal sentido, un gastroemprendedor es -a nuestro entender- todo aquel individuo, sociedad, colectividad o empresa cuya actividad de negocio gira en torno a la producción, comercialización y/o transformación de alimentos. Justamente en este punto es donde radica la “sutil” diferencia entre ambos conceptos. Un “Gastroemperuendedor” (o Gastroperuneur en inglés) se distingue del primero por poseer un capital cultural cognitivo heredado, una suerte de patente registrada intangible que, cual valor agregado, le otorga “ese” distintivo que lo hace único y genuino. Precisamente este know-how (o saber-hacer peruano) se ha transformado en un nuevo conocimiento económico, un –por así decirlo- “sabor-hacer”, arrancando incluso comentarios del propio Ferrán Adrià quién opinó que el Perú posee “una identidad gastronómica muy marcada” (misma que da vida a toda una industria capaz de generar cerca de 365,000 puestos de trabajo directos y más de US$ 13 billones anuales. ¡Ese sí que es un impacto en la economía!)
Finalmente, la cercana cuarta feria gastronómica Mistura 2011 fungirá nuevamente de punto de encuentro anual para todos aquellos gastroemPERUendedores que buscan compartir creatividad, innovación y talento. Dependerá, de ahora en adelante que, tanto nosotros como nuestras autoridades (Estado) y el sector privado (empresas) sumemos fuerzas para alcanzar la tan anhelada sostenibilidad con igualdad de oportunidades para todos teniendo en cuenta que la gastronomía tan sólo nos ha revelado una pequeña parte de su verdadero potencial…



[1]Adaptación del concepto gastroemprendedores (emprendedores-gastronómicos) en clara alusión al país en mención. Juego de palabras que no necesariamente busca presentar este concepto como terminología nueva.
[2]Dulce norteño oriundo del Perú que consiste en galletas hechas de harina, mantequilla, yemas de huevo y leche, que se empalman con manjar blanco, dulce de piña y dulce de maní entre ellas, es decir intercalando una galleta entre ellos. Se vende en presentaciones de medio y un kilo, y también en pequeñas porciones individuales.
[3] Carne de cerdo salada y secada al sol. Se consume especialmente en la selva del Perú.
[4] Espíritus a los cuales se les honra colocando los restos de alimentos al fuego a modo de compartirlos.
[5] Siglas para “Pequeñas y Medianas Empresas”.
[6] En su forma natural y/o terminada (transformada) en comida. Aplica para sólidos y líquidos.


http://www.chefandhotel.cl/images/Revista51.pdf